miércoles, noviembre 01, 2006

D i a b l i t o s

Aurelia
Comunidad Buenaventura, Salar de Uyuni, Bolivia
> Escuchar [Los diablitos.mp3]

“Mira, fíjese, yo... Mucho tiempo cruzamos el Salar. Mucho tiempo desde nuestro nacimiento a Uyuni yo vivo al lado del sur de este Salar. Entonces cruzamos siempre, cuando ya apareció los autos, cruzamos. Tienen miedo, dice que de la isla... no, de Tunupa dice que viene el diablito a la isla del Incahuasi; del Incahuasi se va a Quincha ahí, por ahí dice que es su camino…

Por eso esa gente de Tawa me decía ahora : “mira, Aurelia, (yo me llamo Aurelia), tú te has puesto a vivir a Incahuasi, que vas a vivir con tu marido, esa isla te va quitar tu marido”, así me decía, que ese es un dormitorio de los diablitos, ese es un camino, pregunta: “¿Cómo te vas a poner a vivir ahí?”, me han dicho.

Supongamos que hay diablitos, ¿no ve? Mi esposo, allí en Ojaña sabe trabajar en la Cooperativa Unión Progreso, tú debes conocer esa cooperativa, y en el cerro está llevando la comida para los cateros. Entonces dice: “Voy a ir a manguear a mis amigos” diciendo. Más allá se había ido mi esposo (el otro esa edad tuya siempre, caballero). Cuando viene gritando dice: “¡Hoy he visto el diablito, he visto!”. Dice: “¡Aquicito se ha perdido, han rodeado, han dado vuelta, no hay nada!”, dice. En la tarde llegó el caballero: “He visto”, dice. Una persona así chiquitita, así sus cabellos medio rosado, así sus dientes. ¡Esto! “De cerca he visto”, dice...

Pero él quería hablar: “Amigos, aquí hay un diablo”. Mu… mudo, no le salía nada, dice, pues cuando se perdió pa’ allá, recién “wahoo…”, recién ha gritado, dice, pues habrá siempre diablito, ¿no ve? Dice que hay, ¿no ve? Pero aquí en la isla nunca me ha aparecido nada”
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

La foto que más me llamo la atención fue está i me gustó mucho la historia que contaba de “LOS DIABLITOS”.

Aquí en Ecuador hay una historia aparecida se llama.


LA LEYENDA DE CANTUÑA

La leyenda, relata cómo Cantuña contratista, atrasado en la entrega de las obras, transó con el maligno para que, a cambio de su alma, le ayudara a terminar la obra durante la noche. Numerosos diablillos trabajaron mientras duró la oscuridad para terminar la iglesia. Al amanecer los dos firmantes del contrato sellado con sangre: Cantuña por un lado, y el diablo por otro, se reunieron para hacerlo efectivo. El indígena, temeroso y resignado, iba a cumplir su parte cuando se dio cuenta de que en un costado de la iglesia faltaba colocar una piedra; cual hábil abogado arguyó, lleno de esperanza, que la obra estaba incompleta, que ya amanecía y con ello el plazo caducaba, y que, por lo tanto, el contrato quedaba insubsistente. Ahora bien, la historia, a pesar de haber contribuido al mito, es algo diferente.

Cantuña era solamente un guagua de noble linaje, cuando Rumiñahui quemó la ciudad. Olvidado por sus mayores en la histeria colectiva ante el inminente arribo de las huestes españolas, Cantuña quedó atrapado en las llamas que consumían al Quito incaico. La suerte quiso que, pese a estar horriblemente quemado y grotescamente deformado, el muchacho sobreviva. De él se apiadó uno de los conquistadores llamado Hernán Suárez, que lo hizo parte de su servicio, lo cristianizó y, según dicen, lo trató casi como a propio hijo. Pasaron los años y don Hernán, buen conquistador pero mal administrador, cayó en la desgracia. Aquejado por las deudas, no atinaba cómo resolver sus problemas cada vez más acuciantes. Estando a punto de tener que vender casa y solar, Cantuña se le acercó ofreciéndole solucionar sus problemas, poniéndole una sola condición: que haga ciertas modificaciones en el subsuelo de la casa.

La suerte del hombre cambió de la noche a la mañana, sus finanzas se pusieron a tal punto que llegaron a estar más allá que en sus mejores días. Pero no hay riqueza que pueda evitar lo inevitable: con los años a cuestas, al ya viejo guerrero le sobrevino la muerte. Cantuña fue declarado su único heredero y como tal siguió gozando de gran fortuna.

Eran enormes las contribuciones que el indígena realizaba a los franciscanos para la construcción de su convento e iglesia. Los religiosos y autoridades, al no comprender el origen de tan grandes y piadosas ofrendas, resolvieron interrogarlo. Tantas veces acudieron a Cantuña con sus inoportunas preguntas que éste resolvió zafarse de ellos de una vez por todas. El indígena confesó ante los estupefactos curas que había hecho un pacto con el demonio y que éste, a cambio de su alma, le procuraba todo el dinero que le pidiese. Algunos religiosos compasivos intentaron el exorcismo contra el demonio y la persuasión con Cantuña para que devuelva lo recibido y rompa el trato. Ante las continuas negativas, los extranjeros empezaron a verlo con una mezcla de miedo y misericordia.
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Le felicito por su exposición estuvo muy bonita; siga adelante con este tipo de Proyectos que nos permiten saber y conocer más de la cultura de nuestros países.

Anónimo dijo...

Aurelia est allèe dans l'île "incahuasi", mais toutes le s personnes ont dit que dans l'île ilya des diables qui font de mauveses choses.
Un homme a vú un diable, et il a dit quìls sont petits, aux cheveux roux, mais Aurelia a declaré qu'elle n'a pas vú les diables.

je vous felicité pour votre travail.